31 de marzo de 2011

Botswana: Una historia de heroes

Este fin de semana, las Cebras de Bostwana consolidaron uno de los mayores milagros de los últimos años, logrando de manera matemática, antes que nadie y sin conocer la derrota en la fase de clasificación, su pasaporte a la CAN 2012.

“No hay palabras para describir la sensación que tengo. Nunca tuvimos un momento así, nunca creímos en nuestras opciones pero Dios ha estado con nosotros”. Son palabras de un valor histórico impensable, de una heroicidad sin comparaciones  y a cargo de quien más ha sufrido durante la travesía, Diphetogo Selolwane, el jugador más veterano e internacional del país. Un icono botsuanés cuyo mayor brillo futbolístico fue jugar apenas 34 partidos en cuatro temporadas en la MLS. Ejemplo representativo a grandes rasgos de la extrema humildad de un futbol que no lucha sólo contra rivales en el terreno de juego, sino en los hospitales y centros de salud. Allí, uno de cada tres habitantes, está contagiado por el virus VIH y pese a considerarse país en progresión financiera y social, un 65% las chicas dejan los estudios embarazadas a los 15-16 años. El fútbol, prácticamente como en toda África, es un elemento de unión más con la sociedad y la salida perfecta para que los niños encuentren identidad a sus vidas.

El único grupo de cinco representantes dentro del organigrama rumbo a la CAN 2012, les situó desde el principio como equipo revelación. Un once, absolutamente desconocido (Marumo, Thuma, Letsholathebe, Gabonamong, Ramohibidu, Nato, Mafoko, Selolwane, Mongala, Mogorosi y Ramatlhakwana) y un entrenador del propio país: Stanley Tshosane. Su destino era luchar por no cerrar el curso desde lo más profundo pero la realidad es que, superando a Túnez a domicilio en la primera jornada, lograron e protagonismo y la confianza que les acompañó hasta este sábado en N’Djaména (Chad). Repitieron cuatro victorias más, todas ellas por la mínima, y sólo cediendo un empate en Blantyre ante Malawi. Números absolutistas, sobre todo teniendo en cuenta que su Estadio Nacional y sede oficial, está en obras y han tenido que aislarse en el de la Universidad de Gaborone.

Dieciséis puntos, un grupo con sólo tres jugadores lejos de la  Be Mobile Premier League (anclados en equipos débiles de la Premier Sudafricana) y con un protagonista por encima de todos, el desconocidísimo Jerome Ramatlhakwane. Máximo goleador de la fase clasificatoria, delantero del Vasco de Gama sudafricano (lucha por no descender tras haber subido este año) y padre de seis hijos, dos de ellos golpeados por el virus que destruye al país día tras día. Sueño pasajero o no, las Cebras del Sur disfrutarán meses irrepetibles al calor del fútbol. This is África. This is Bostwana.

29 de marzo de 2011

George Best

Hablar de futbolistas que marcaron época es hablar de George Best. Como ya indicaba su propio apellido, el chico de Belfast había nacido para ser el mejor. Como los grandes genios, aquellas personas privilegiadas para considerarse únicos en alguna faceta de la vida, fue tan brillante en su carrera como oscuro en su vida personal. Dejó tantos detalles sobre el terreno de juego como fuera de él. Eléctrico, desequilibrante, polémico, vividor...así fue el gran George Best. El norirlandés podía acarrear un torrente de sensaciones, pero lo que es seguro es que su trayectoria no dejaba a nadie indiferente.

Por si le faltaba un toque de peculiaridad a su historia, Best pasó los primeros años de su infancia jugando al rugby. De no llegar su padre y mostrarle su disconformidad con que se dedicara al fútbol, puede que Best nunca hubiera elegido ese camino. La rapidez con la que llegó a la élite, al reconocimiento internacional y la admiración de los aficionados al fútbol puede que contribuyeran al desafortunado rumbo que tomó su vida lejos de los terrenos de juego. Como cualquier deportista, Best dio sus primeras patadas en un equipo de la ciudad, en Cregagh. Se dice que cuando el niño 'prodigio' tenía quince años, el por entonces entrenador del United, Matt Busby, recibió una llamada de uno de sus ojeadores: "Acabo de encontrarte un talento".

Con 17 años, Best ya había debutado con el Manchester United y con la selección de Irlanda del Norte. Su rapidez en la conducción, habilidad en el desborde y eléctricos cambios de dirección a una velocidad vertiginosa levantaban semana tras semana a los aficionados ingleses de sus butacas en Old Trafford. Best recuperaba la sonrisa de los ciudadanos de Manchester y restauraba la pasión por un deporte sacudido por la tragedia de Múnich en 1958, donde ocho de los 15 integrantes de la plantilla de Matt Busby habían perdido la vida en un accidente aéreo. Con Best, Bobby Charlton o Denis Law volvió la alegría.

Cayeron dos ligas, en el 65 y el 67, y la ansiada Copa de Europa, en 1968. Era la primera vez que un equipo inglés se proclamaba rey del viejo continente, y la enésima que Best demostraba su camino hacia mito del fútbol. El escenario era Londres y el rival, el todopoderoso Benfica de Eusebio. Con el partido empatado a uno y en pleno inicio de la prórroga, Best estuvo vivo para recoger un balón en zona de nadie, anticiparse a su marca y regatear con tranquilidad al portero. El partido acabaría 4-1 pero Best había decidido una vez más con su velocidad y sangre fría en el área. El rápido extremo de Belfast había rendido su particular homenaje a las víctimas de Múnich justo diez años después de la tragedia. Su actuación, por cierto, le dio el Balón de Oro.


Fue el clímax de su carrera futbolística. Sus excesos con el alcohol, constantes deslices con las mujeres o las fiestas hasta altas horas de la madrugada mermaron su estado físico y le encaminaron hacia una etapa de su trayectoria en la que deambuló por numerosos equipos pero, eso sí, dejando momentos y goles para el recuerdo.

Probó en Estados Unidos y tuvo un pequeño resurgir con el Fulham, pero sus últimas 'delicias' deportivas las reservó para su selección, donde tuvo que resignarse a lograr metas individuales ante la falta de competitividad y calidad de sus compañeros. Dejó, con la elástica verde, grandes momentos como aquel 15 de mayo de 1971 en el que hizo sonrojar a toda una institución como Gordon Banks en un Inglaterra-Irlanda.


Por desgracia, su vida fuera de los campos dio tanto que hablar como dentro de ellos. El norirlandés tuvo graves problemas con el alcohol, numerosas aventuras con el sexo opuesto y una actitud un tanto arrogante de cara al público. Best era un polvorín con un micrófono delante y pura dinamita en los bares de las Islas. En 1984 fue condenado a tres meses de prisión por conducir ebrio y 20 años después repitió la escena, lo que le dejó 20 meses sin carnet de conducir.

Ya en el 2001 tuvieron que realizarle un trasplante de hígado y una hemorragia interna acabó con su vida en el 2005. Días antes, tumbado sobre su cama del hospital, Best pidió al "News of the World" que publicara una foto mostrando su delicado estado y enunciando una frase de enorme impacto social: "No muera como yo". A la frase, seguramente, se le debería añadir: "pero no olviden lo que hice sobre el terreno de juego". Nosotros, desde luego, no lo olvidamos.


 Mejores frases de Best:
- "En 1969 dejé las mujeres y el alcohol, fueron los peores veinte minutos de mi vida"
- "Mucha gente va diciendo por ahí que me he acostado con siete Miss Mundo, pero sólo han sido tres"
- "He gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y coches. El resto lo he despilfarrado"
- "Si hubiese nacido feo, vosotros nunca hubiérais oido hablar de Pelé"
- "Si perdía la pelota era un insulto personal y la quería recuperar. Sí señor, me fastidiaba mucho que me la quitaran, porque era mi pelota"
- "He dejado de beber, pero sólo cuando duermo"
- "Hace unos años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo, iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas"
- "Nunca salía por la mañana con la intención de emborracharme, sólo sucedía"
- "Cada vez que entro en un sitio, hay 70 personas que quieren invitarme a beber, y yo no sé decir que no"
- "Se dicen un montón de bobadas sobre defensas rudos y jugadores destructivos. Yo les llamo simplemente hijos de mala madre".

26 de marzo de 2011

Gennaro Gattuso. El ultimo gladiador

Italia fue campeona del mundo en 2006, el equipo de Lippi triunfo por su entrega, su capacidad defensiva y su mordiente ofensiva, un equipo ordenado y sobrio en el que destacaban las figuras defensivas por encima de todo.

Cannavaro fue reconocido con el Balón de Oro de la Fifa, pero otro jugador destacó por encima del resto, un jugador al que idolatran el resto de sus 22 compañeros de selección, y que veían en él al artífice de que Italia fuera campeona del mundo por su compañerismo y ganas de hacer equipo: Gennaro Gattuso.

Hoy no voy a ser objetivo, Gennaro es sin duda uno de mis jugadores preferidos, su carácter imperturbable, su entrega durante los partidos, luchando cada segundo que esta sobre el terreno de juego, la capacidad innata de ayudar a sus compañeros aunque haya que darse una carrera tras otra sin parar, son solo algunas de las virtudes de este futbolista inigualable.

Gennaro Iván Gattuso nació en Corigliano Calabro, Provincia de Cosenza, Italia el 9 de enero de 1978. Es por muy pocos conocidos que Gennaro en su adolescencia destacaba en el rugby además del fútbol y el tiempo lo llevó a decidir en cual seguir y bueno ya sabemos que se fue por el fútbol llegando a muy corta edad al Perugia donde debutó en la temporada 1995-96, sin embargo jugaba muy poco por lo cual en la campaña 1997-98 decidió emigrar a Escocia(decisión en la que su padre tuvo mucho que ver) para jugar con el Rangers, equipo en el que destacó de gran manera en su faceta defensiva.

Regresó a Italia la siguiente temporada por 4 millones de euros con la Salernitana, donde volvió a destacar teniendo la regularidad esperada y convirtiéndose en uno de los jóvenes más interesantes de la Serie A, motivo por el cual el Milan no dudo ni un momento en llevárselo en la siguiente temporada por 8 millones de euros.

Con el Milan la mayoría sabe la historia pero no está de más recordarlo, en un principio no consiguió los minutos que él esperaba, sin embargo en los que recibía demostraba porque tenía que ser titular indiscutible, lo que consiguió la temporada siguiente. 

Sus primeros títulos llegaron en la temporada 2002-03 logrando conseguir la Champions League, la Copa de Italia y posteriormente la Supercopa de Europa siendo fundamental en todos ellos. En la siguiente temporada alzó el Scudetto y la Supercopa de Italia, en la siguiente llegó a la final de la Champions que perdieron en penaltis y tendría su revancha 2 temporadas después en la 2006-07 cuando esta vez sí pudo ganar su segunda Champions frente al Liverpool consiguiendo además ese mismo año la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes.
Con la selección italiana debutó en el 2000 frente a Suecia y debido a sus grandes actuaciones se ganó un puesto dentro del equipo para asistir al Mundial del 2002, donde Italia se quedó en octavos de final tras caer frente a Corea del Sur. 

En el 2004 le dieron la oportunidad de asistir a la Eurocopa donde no les fue muy bien y fueron eliminados en la primera ronda y 2 años después vendría su gran momento en la Copa del Mundo del 2006 celebrada en Alemania donde se terminó coronando con una soberbia actuación durante todo el torneo y siendo elegido en el equipo de estrellas del torneo.

En el 2008 participó en la Eurocopa donde cayó en cuartos de final y tan solo un año después llegó a la Copa Confederaciones quedándose en la ronda de grupos tras una desastrosa participación de todo el equipo. En el 2010 llegó al Mundial de Sudáfrica donde lamentablemente para él su equipo fue eliminado en la ronda de grupos dando una actuación realmente mala y después de esto Gattuso anunció su retiro como internacional dejando en el camino 73 partidos y 1 gol.

Gattuso tiene una autobiografía, titulada: “El hombre desciende de Gattuso”, donde muestra su lado más intimo, donde declara orgulloso: “Sí, hay gente como Kaká que nace fenómeno y gente como yo que me he tenido que construir. El único don con el que nací son las ganas de no rendirme nunca. Pero con el trabajo lo he arreglado, en el fútbol como en la vida siempre se puede aprender”.

Para conocer más la mentalidad de Gattuso se puede leer esta entrevista en El Pais, donde queda claro su sentimiento futbolístico:

Sus apodos son variados: Bulldog, animal, o el que más le gusta a él Ringhio(algo así como gruñón en italiano),  su personalidad es innata, El milanista es todo un ídolo en Italia y de esos futbolistas que aportan cosas positivas dentro y fuera del campo. Son famosas sus charlas con la afición, sus continuas bromas a sus compañeros y sus respuestas a la prensa. 

Como sureño, es considerado un paleto en el norte, le encanta el tiramisú que prepara su novia, y sale a correr con su perro Sam(Un Bulldog por supuesto). Recientemente, un diario alemán calificó a los italianos como «parásitos»y Gennaro no dudó en responder: «Al director de ese diario, cuando era niño, algún italiano le pegó. También será porque les quitamos las mujeres», Genio y figura.


Este es Gennaro Gattuso, odiado fuera de Italia, amado dentro de sus fronteras ídolo de masas y con muchos seguidores en nuestro país, entre los que sin duda me encuentro, un jugador que sabe lo que es, sabe de dónde viene y tiene claro su labor y su lugar en el mundo del fútbol.

¿Qué sería del fútbol sin jugadores como Gattuso?

24 de marzo de 2011

Paolo Di Canio

Jugó como delantero y ha jugado en la liga italiana, en la escocesa y en la inglesa. Di Canio nunca ha escondido su simpatía por el fascismo ni su admiración por Benito Mussolini. 

Paolo Di Canio se ha caracterizado por su nobleza. En el último minuto del partido Everton vs West Ham y con el portero rival tendido sobre el suelo decide no aprovechar una estupenda ocasión de gol y coger el balón con la mano. Debido a ese noble gesto recibió en la año 2001 el Premio Fair Play. En contraste, también protagonizó un hecho poco deportivo como el empujón a un árbitro tras ser expulsado en 1998.

Di Canio es un jugador que siempre creó controversia, desde su debut en la Lazio (equipo fundado por Mussolini) siempre ha manifestado su ideología fascista y su admiración por Mussolini y el equipo que creó, incluso lleva tatuado en su piel las siglas “DUX” que a su traducción al español significa Duce.

Desde pequeño era Tiffosi del club lazial, incluso es uno de los miembros principales de los tiffosis del club, Los Irriducibili, los cuales idolatran a Paolo, al cual se le suele ver en la curva que frecuentan estos hinchas en la grada del Olímpico de Roma viendo los partidos de la Lazio.

Tras abandonar la Lazio emigró a las islas británicas, donde primero en la liga escocesa en las filas del Celtic, donde fue elegido mejor jugador del año en la Scottish Premier League y después en diversos equipos de la Premier League inglesa como West Ham, Sheffield Wednesday o Charlton Athletic dejó una excelente imagen  como futbolista, incluso en 2001 ganó el premio Fair Play al deportista más limpio del año por su excelente gesto en un partido contra el Everton cuando se quedaba solo frente al portero y decidió tirarla fuera en el último minuto de partido.

Pero tras su vuelta a la Lazio, la manifestación de su ideología en la celebración de una victoria en el clásico romano (17 de diciembre de 2005) con el saludo romano a los Irriducibili, le catapultó a la primera página de los medios de todo el mundo.

Fue sancionado por la federación italiana de futbol por su gesto, y el propio Paolo declaraba tras conocer la sanción: "Soy fascista, no un racista, saludé con el brazo en alto porque es un saludo de 'camarada' a 'camaradas. El saludo era para mi gente. Con el brazo en alto no quiero incitar a la violencia y mucho menos al odio racial"

Di Canio también ha hecho sus pinitos en el mundo del cine, participando en septiembre de 1999 di Canio en la película el "Strade Parallele" de Luca Borri, haciendo el papel de “Malo” por supuesto.

Su retirada del mundo del futbol se produjo en Julio de 2007, tras jugar una temporada con el Cisco Roma de la Serie C2 (cuarta división italiana), tras no llegar a un acuerdo de renovación en julio de 2007 el equipo desciende de categoría y Paolo anuncia su retirada del mundo del futbol.

21 de marzo de 2011

Roberto Baggio

 Roberto Baggio es un futbolista inclasificable. Superdotado como un Johan Cruyff, y provisto de un fuerte carácter al estilo de un Eric Cantona, siempre permanecerá en los anales del fútbol de alto nivel como un caso aparte. Il Divino Codino (‘la coleta divina’), un jugador atípico que se quedó a un lanzamiento penal de la gloria suprema, supo hacerse un sitio como verdadera leyenda del fútbol italiano.

La historia de Roberto Baggio es la de un delantero extraordinario por la naturaleza que, sin embargo, tuvo que hacer gala de un coraje increíble para conseguir imponerse a base de sacrificio y de sufrimiento, por culpa de las lesiones recurrentes en la rodilla derecha. Se trataba de un jugador de instinto, que compensaba el no ser especialmente corpulento (1,74 m y 73 kilos) con una técnica individual sin parangón y una inteligencia inusual a la hora de leer el juego. El elegante Baggio ejerció toda su carrera en Italia, desde su debut en el Lanerossi Vicenza (en 1982, en la tercera división italiana) hasta que colgó las botas en el Brescia, en 2004.

Por todos los rincones del planeta, decenas de miles de tifosi sucumbieron a los encantos de este atípico cerebro goleador, que marcó 205 tantos en la Serie A. “Baggio no es un ‘nueve’, pero tampoco un ‘diez’. Es un ‘nueve y medio’”, señaló en su momento Michel Platini, el actual Presidente de la UEFA, al hablar de los comienzos de su sucesor como director de juego del Juventus de Turín.

Italia, a sus pies
Baggio, natural de Caldogno, pequeña localidad del Véneto, hizo sus pinitos futbolísticos en las categorías menores del Lanerossi Vicenza. Allí metió la friolera de 110 goles en 120 partidos, que le sirvieron además para debutar dos años más tarde en el primer equipo, con apenas 15 años. Sin embargo, en el último partido de la temporada 1984/85, contra el Rimini (que a la sazón entrenaba un tal Arrigo Sacchi), sufrió una gravísima lesión en la rodilla derecha. Al cabo de una interminable rehabilitación, tardó un año y medio en regresar a los terrenos de juego. Era el primer capítulo de un rosario de lesiones que, con cada recaída, iba a poner en peligro el resto de su carrera.

Durante aquel largo periodo de baja, el jugador atravesó por una profunda crisis espiritual y, finalmente, decidió convertirse al budismo. “Eso me ayudó a controlar mejor mis pensamientos”, precisó este ferviente budista que antes de los partidos se entregaba a sesiones de meditación en solitario.

A lo largo de cinco campañas, Baggio pasó a defender los colores del Fiorentina (39 goles en 94 encuentros). La Fiore lo había fichado previamente a su lesión, y accedió a esperar 18 meses antes de verlo debutar. Un gesto que el delantero no olvidaría jamás, hasta tal punto que, en abril de 1991, en su primera campaña en el Juventus, se negó a tirar un penal contra la Viola antes de ir a saludar a sus antiguos tifosi, quienes habían digerido mal su marcha a Turín.

Las cinco temporadas que pasó en la Juve fueron las de la consagración y el reconocimiento de su talento, con la conquista de una liga, una Copa de Italia y una Copa de la UEFA, además del brazalete de capitán, un título de Jugador Mundial de la FIFA, 78 goles marcados y su consolidación internacional. Pero al regresar de la Copa Mundial de la FIFA 1994, volvió a lesionarse, tras haber marcado un golazo contra el Padua. En sus cinco meses en el dique seco, asistió impotente a la eclosión de un joven talento a quien el nuevo entrenador, Marcello Lippi, prefería: un tal Alessandro Del Piero…

Contra la voluntad de la afición bianconera, Baggio fue traspasado al Milan, donde, asociado en ataque a George Weah y Dejan Savicevic, se adjudicó un segundo scudetto consecutivo. Sin embargo, a pesar de sus goles, su técnica y su exquisito toque de balón, su progresión siguió viéndose entorpecida por su rodilla, y por una gran incomprensión a cargo de varios de sus entrenadores. “Ya no hay sitio para los poetas en el fútbol moderno”, le espetó Óscar Washington Tabárez cuando, en los albores de la temporada 1996/97, Baggio se quejó por no ser utilizado lo suficiente.

Tras un paso exitoso por el Bolonia, donde anotó 23 tantos en el curso 1997/98 (el mejor total de su carrera), tuvo otra etapa menos destacada en el Inter de Milán, entre 1998 y 2000. Finalmente, Baggio iba a pasar sus cuatro últimas temporadas como futbolista en el Brescia, al que mantuvo en la Serie A con 45 dianas en 95 encuentros. El 16 de mayo de 2004, a cinco minutos de la conclusión del Milan-Brescia (4-2), abandonó el césped por última vez mientras todo San Siro, puesto en pie, le tributaba una prolongada ovación.

La maldición de los penales
Su trayectoria con la Nazionale Azzurra también estuvo marcada por una relación de amor y odio. Tras un debut satisfactorio contra Holanda (1-0), en noviembre de 1988, firmó su primer gol como internacional el 22 de abril de 1989, con un soberbio lanzamiento de falta frente a Uruguay. Durante la Copa Mundial de la FIFA Italia 1990, Azeglio Vicini empezó sentándole en el banquillo. Tras sacarle en el último partido de la primera fase, contra Checoslovaquia, marcó un gol antológico, al partir desde su campo para deshacerse de medio equipo contrario. Fue el gol más bonito del campeonato, y uno de los mejores de la historia de la Copa Mundial.

A pesar de ello, solamente entró en juego en el minuto 73 de la semifinal, saldada con derrota ante Argentina en la tanda de penales. “Vicini me dijo que me veía cansado. ¡Si tenía 23 años! Me habría comido la hierba por ser titular en ese partido”, se lamentaba Baggio. Para consolarse, metió otro gol en el partido por el tercer puesto, contra Inglaterra (2-1).

Cuatro años más tarde, en Estados Unidos, Baggio alcanzó la cúspide de su arte. Sus tantos vitales en los minutos finales de los partidos contra Nigeria y España, más sus dos dianas en la semifinal contra Bulgaria, catapultaron a los tricampeones mundiales hasta la final. Pero Roby se presentó tocado ante Brasil, hasta el punto de tener que ser infiltrado antes del partido. Al cabo de 120 minutos de un partido insípido, fue el último hombre que tomó carrerilla desde el punto fatídico en una nueva tanda de penales. Sin embargo, su lanzamiento se marchó por encima del larguero, poniendo fin así a las esperanzas italianas. “Yo estaba allí en cuerpo y espíritu, y mi concentración era perfecta. Pero me sentía tan agotado que opté por tirar a romperla”, explicó.

De forma simbólica, al cabo de otros cuatro años, inició en Francia su tercera fase final mundialista anotando la pena máxima del empate ante Chile, después de haber servido el primer tanto a Christian Vieri. Sin embargo, 30 años después de la rivalidad Sandro Mazzola-Gianni Rivera en México, Cesare Maldini optó por resolver la disyuntiva entre Baggio y Alessandro Del Piero alternándolos en la titularidad. Aun así, Baggio marcó ante Austria su noveno tanto en una fase final, y esta vez sí transformó su lanzamiento en la tanda de penales contra Francia, en cuartos de final. Pese a todo, la Squadra Azzurra volvió a quedar apeada en ese lance fatídico.

En 2002, el rey de los regresos llegó a acariciar la disputa de una cuarta fase final mundialista, dado que estaba metiendo un gol tras otro en el Brescia. Pero Giovanni Trapattoni, pese a la presión de la opinión pública, no lo seleccionó, e Italia cayó eliminada en octavos de final.

El 15 de mayo de 2004, Roby colgó las botas y se dedicó a su labor de Embajador de Buena Voluntad de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). De esa forma, se recorrió el mundo para defender importantes causas humanitarias, hasta que, en noviembre de 2010, recibió en Hiroshima el prestigioso World Peace Award, que concede la asamblea de ganadores del Premio Nobel de la Paz. “En comparación con este premio, los demás éxitos personales y profesionales se antojan insignificantes”, comentó entonces Baggio.

Pero Baggio nunca ha abandonado del todo el fútbol italiano y, tras el fracaso de la Nazionale en Sudáfrica, aceptó en agosto de 2010 el puesto de responsable del área técnica de la Asociación Italiana de Fútbol, con atención especial a la formación de los jóvenes jugadores.
Un regreso que suscitó la unanimidad en Italia, todavía nostálgica de las hazañas de este futbolista que rompió moldes. 


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